jueves, 17 de enero de 2013

Oscuridad, tu mi única compañera, mantienes vivo mi cuerpo hasta la hora en la que partes, dando paso a la luz, aquella que clama a gritos ser liberada de tu celda en mi interior, y con su llegada siento morir, pero,  ¿Acaso algo muere durante unas horas?.
No, no es morir, es dormir lo que pide mi cuerpo, llega la luz del alba haciendo ver como crece su luz a medida que yo me vuelvo más oscuro.
En mi hora de necesidad, todos quieren ayudar, produzco impotencia, pues no pueden, no me hacen sentir vivo, no podrían, solo tú, tu inocencia o tu falsa inocencia, ¿Quien sabe?
Solo tú  me devuelves la luz, luz negra, luz infernal, luz que necesito, solo tú, sin saberlo o sin querer saberlo, maldita sea, ¿No estoy loco? censuras mis excesos sin saberlo, hasta mi propia imaginación,
pretendo escribir un texto que hable del sueño, de la muerte, de la luz y la oscuridad y aquí llegas, invades mi mente de nuevo, tu eres todo eso, pero, ¿Que soy yo? 
Tu agobio, tu indiferencia, ¿Tu asco? ¿Quien sabe? No lo se, eso es lo que quiero que pienses, lo peor de mi, quizás tenga miedo de reconocer lo mucho que tengo para ofrecer, mas bien lo mucho que me gustaria poder ofrecerte.
-Loco, para ya
-No, para tú
Mejor dejo de escribir, de nuevo hay guerra en mi interior.

martes, 15 de enero de 2013

Forjadas en aluminio desahogan mi rabia, sobre pieles de plástico prensadas por poderosos hierros, maderas amplifican su dolor. Es visible su desgaste, pero quieren dar más de si, nunca dicen no hasta ser destruidas, fueron robadas contra su propia voluntad, otras vinieron después, pero ellas, ellas nunca se van.
Vuelve el vórtice, anunciando tu desgracia, girando entorno a ti, hundiéndote, no hay escapatoria, solo no saldrás, reza todo lo que sepas, ya no hay vuelta atras.

Que secreta magia guardan las llemas de nuestros dedos, que, cuando las posamos sobre el lápiz, el teclado o cualquier instrumento que nos permita reflejar nuestras palabras, nos hace sentirnos por un instante liberados del peso de las mismas en nuestra alma.

Quisiera conocerla bien, y poder ir dejando por el mundo los retazos de mi dolida alma iracunda, pues el papel permanece cerca de mi, devolviendo a mi ser mediante mis ojos aquellas palabras que tanto pesaban, pero sin embargo, si voy dejando pedacitos, lejos, bien lejos, es mas dificil que vuelvan a mi nuevamente.

Quisiera conocerte